De Pío XII a León XIV, papas geniales

Con el inicio del pontificado de León XIV he vivido a lo largo de siete papados. Mirando con perspectiva veo la mano de Dios y me doy cuenta de que todos ellos han sido personajes extraordinarios, incluso humanamente. Uno u otro podrá haber gustado más o menos a cada uno de nosotros, a cada cristiano, pero observando la globalidad tengo la sensación, y la convicción, de que el Espíritu Santo está con su Iglesia. Y también que, a diferencia de lo que ocurriera en algunos períodos de la historia de la Iglesia, no solo aquellos siete papas sino todos los de, al menos, dos últimos siglos, han estado llenos de virtudes y dado extraordinarios ejemplos de vida.

Reconozco que hacia los papas siento debilidad. Es el “Dulce Cristo en la tierra”, como decía Santa Catalina de Siena. Y de San Josemaría he aprendido también a amar al Papa, sea quien sea, me guste más o menos.

Todos los Papas de, al menos, los dos últimos siglos han estado llenos de virtudes y dado extraordinarios ejemplos de vida

De los siete papas durante cuyos papados ha transcurrido mi vida, solo a dos de ellos, Juan Pablo II y Francisco, pude saludarles personalmente en alguna audiencia. A Benedicto XVI y a Paolo VI verlos en la Plaza de San Pedro o en alguno de sus viajes.

Uno de los primeros recuerdos de mi vida tiene relación con Pío XII. Siendo un párvulo en lo que ahora llamarían jardín de infancia y que en aquel momento en la zona de Tortosa denominaban “bassinets” (pequeños orinales), las religiosas de la Consolación que regentaban el centro nos hicieron representar una pequeña obra teatral que simulaba que recibíamos al Papa Pío XII. Recuerdo aún la canción que cantábamos aquellos enanos: “Las naciones te aclaman por Padre, y a tus plantas vienen a implorar protección en este año de gracia, y saludos a Su Santidad”. Mi madre me decía más tarde que yo tenía dos años cuando lo hicimos. Pero recuerdo imágenes.

El Papa León XIV recorre la plaza de San Pedro en Papamóvil por primera vez antes de la misa de inicio de su Pontificado, a 17 de mayo de 2025, en Ciudad del Vaticano. Con esta ceremonia se marca el inicio del ministerio petrino del estadounidense Robert Prevost, el Papa León XIV. Prevost se convierte así en el 267 Pontífice de la Iglesia tras el fallecimiento el pasado 21 de abril del Papa Francisco. Se espera la presencia de más de 150 delegaciones internacionales y cerca de 200.000 fieles.

El Papa León XIV recorre la plaza de San Pedro en Papamóvil por primera vez antes de la misa de inicio de su Pontificado, a 17 de mayo de 2025, en Ciudad del Vaticano. 

Stefano Spaziani - Europa Press / Europa Press

Pío XII, tan denostado luego, era un personaje extraordinario, un intelectual, persona ciertamente de aspecto hierático, sobrio, dio prestigio al papado y definió el dogma de la Asunción de María a los Cielos. Su larga agonía mantuvo en oración intensa al mundo católico, situación que fue empañada por la traición de su médico, que vendió a una revista fotos de sus jornadas agónicas. Muchos años más tarde he leído mucho sobre las acusaciones de supuesto silencio de Pío XII ante el holocausto judío por parte de los nazis. Algunos incluso llegaron a acusarlo de connivencia. Es discutible si hubiera podido hacerlo mejor, pero por su decisión se salvaron muchísimos miles de judíos, aunque no hiciera declaraciones públicas antinazis. La mano del KGB soviético estuvo detrás de la campaña contra él, que muchos han seguido, incluidos casi todos en Israel.

Recuerdo aún la jornada del día 28 de octubre de 1958 en cuanto fue elegido papa Juan XXIII. Estaba con mi abuela y una tía y oímos la noticia por radio. Ellas me comentaban siempre el entusiasmo que sentí a mis 14 años cuando supimos de la elección.

La larga agonía de Pío XII mantuvo en oración intensa al mundo católico, situación que fue empañada por la traición de su médico

De Juan XXIII se dijo que era un papa de transición, por ser elegido cuando tenía 77 años. No duró mucho, pero de “transición” nada. Basta la convocatoria y primera parte del Concilio Vaticano II, y entre sus encíclicas destacan dos cuyo contenido sigue muy vivo seis décadas más tarde, Mater et Magistra y Pacem in Terris. También impulsó el diálogo ecuménico y, por su cordialidad y atención a todos le llamaron “el Papa bueno”. Una característica personal de las que dejan impacto era su enorme sentido del humor. Invito al lector a que busque anécdotas en internet, pero le cuento una. Siendo nuncio apostólico en París, al entonces cardenal Roncalli le sentaron en una cena oficial junto a una señora de exuberantes delanteras que desbordaban por el enorme escote. Nada dijo el nuncio hasta llegar al postre. Los camareros ofrecieron fruta, y la señora no cogía manzana. Pero el cardenal le insistió en que la tomara. La mujer debió extrañarse, pero entonces su vecino de mesa le espetó: “Hasta que comió la manzana, Eva no se dio cuenta de que iba desnuda”.

Paolo VI sufrió mucho. Gran intelectual, conocedor de la sociedad, impulsor de la participación de los cristianos en la vida pública. Tuvo que vivir la desbandada que siguió al Concilio Vaticano II, con miles de sacerdotes que se secularizaban y religiosos que abandonaban, así como el gran desbarajuste en lo doctrinal. Llegó a decir que “el humo de Satanás ha penetrado en la Iglesia”. Tuvo una enorme valentía para mantener la fe, y su encíclica Humanae Vitae fue profética, enfrentándose a muchos.

Juan Pablo II empezó su pontificado diciendo 'No tengáis miedo'; en su legado humano tuvo enorme influencia en el desmoronamiento del comunismo

Solo duró 33 días como papa Juan Pablo I, pero de él ha quedado un referente fundamental, “el Papa de la sonrisa”. En Italia algunos hablan de él como “Il sorriso di Dio”.

Juan Pablo II fue un torbellino, un huracán. El Papa de las certezas, el que empezó su pontificado diciendo “No tengáis miedo”, el que hasta en su legado humano tuvo enorme influencia en el desmoronamiento del comunismo, el papa viajero (lo fueron también sus sucesores), el creador de la Teología del Cuerpo, en su Pontificado se hizo un nuevo Catecismo de la Iglesia y el Código de Derecho Canónico. Un auténtico gigante del que la gente gritaba “Santo Súbito” cuando acababa de morir.

Benedicto XVI fue una de las mentes más lúcidas del mundo de su tiempo; fue el primer Papa desde Celestino, en 1294, que presentó su renuncia

El Papa Ratzinger, Benedicto XVI, fue una de las mentes más lúcidas del mundo de su tiempo. Un gigante intelectual a quien le costó de manera especial ser Romano Pontífice cuando lo que deseaba era retirarse a sus estudios y libros. Muy hostigado, incomprendido, presentaría su renuncia. Era el primer Papa que lo hacía desde Celestino, en 1294. Estoy convencido de que la figura de Ratzinger crecerá con el paso del tiempo.

Y ya llegamos al papa Francisco. Su legado es impresionante y su ejemplo en la atención a los más débiles imborrable. Por ser tan reciente su traspaso y haberse escrito tanto sobre él en el último mes no hace falta entrar en más detalles.

Lee también

La familia, un reto fundamental del nuevo papado

Daniel Arasa
El papa Benedicto XVI durante el Encuentro Mundial de las Familias celebrado en Valencia los días 8 y 9 de julio de 2006

Y desde el 8 de mayo, tenemos a León XIV, Robert Francis Prevost. Es aún muy poco lo que se puede decir. Seguro que será un gran pontificado con mucho espíritu de San Agustín. De momento todo lo indica así. Destacaría la claridad en la doctrina, despejando ambigüedades. El mismo día en que esto escribo, ha hablado del matrimonio como unión de hombre y mujer.

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...