Resulta algo sorprendente que tantos sirios, y en tan breve tiempo, hayan decidido retornar a su país tras la caída de la dictadura personalísima de El Asad. En circunstancias así quizá sea cuando se ponga de manifiesto que también de esperanzas vive el hombre. ¿Con qué garantías se vuelve a Siria? ¿Cómo volver a empezar de nuevo? ¿Podremos hablar de democracia? ¿O de qué otra modalidad de Estado? Todas estas cuestiones estarán a merced de si el grupo islamista HTS va a tener palabra o no. Por ahora, todo son promesas (promesas de libertad), pues ha pasado muy poco tiempo, y estas son proclamas emocionadas, ante la posibilidad brindada por los acontecimientos históricos de construir un nuevo Estado. Si no es así, si falta a la palabra, si no hay como mínimo cierto grado de aperturismo, se estará defraudando la confianza de todos los ciudadanos sirios. Y se los condenará, una vez más, a empezar de nuevo. Quien retorna lo hace para quedarse, en aras de mejorar su vida personal. Lo prometido es deuda. Y cumplir con lo debido es y será siempre signo de entereza y madurez democráticas.
Glòria Barrachina Ferrús
Sant Cugat del Vallès