Hablar del punto más meridional de Europa -sin contar la isla de Gavdos, en la griega Creta-, supone hacerlo de un lugar donde los vientos atlánticos conversan con el cálido Mediterráneo, las historias hablan de intercambios entre dos continentes y los principales recuerdos siempre terminan en cantos de gaviota.
Porque Tarifa es ese lugar al que acudimos a experimentar todos los tópicos irresistibles de “esa vida al sur”: playas de arena dorada, olas, surf y chiringuitos, pero también calles encaladas e iconos monumentales que completan la oferta de esta ciudad gaditana imperdible.
Tarifa: la cresta del verano

Punta Camarinal al atardecer, con el histórico faro al fondo
Entre los parques naturales de El Estrecho y Los Alcornocales, un azul ensoñador abraza arenales donde perder la noción del tiempo y el espacio. Solo entonces, la golden hour todo lo inunda y nos adentramos en playas como Atlanterra, la más atlántica de esta costa donde el faro de Punta Camarinal vigila un horizonte colmado de viejos relatos.
Y pasar junto al búnker construido durante la Segunda Guerra Mundial, envuelto en viejos susurros procedentes de los vientos de levante y poniente, quizás cumplir el sueño de una casita en la playa de los Alemanes, o conducir 22 kilómetros hasta la irresistible playa de Bolonia. Una playa icónica donde rebozarse cual croqueta en su famosa duna, una lengua arenosa que busca lamer los tapices de pinos; o asomarse al yacimiento arqueológico romano de Baelo Claudia.
Aunque si decides quedarte más cerca de la propia ciudad de Tarifa, siempre habrá tiempo para surfear en la playa de los Lances, con sus atardeceres de cuento. O Valdevaqueros, icono donde las cometas de kitesurf pintan el cielo y los mejores vientos off-shore se viven en otoño y primavera, consideradas como las mejores estaciones para surfear.
Andar un rato hasta Punta Paloma -porque las mejores playas son aquellas que quedan más lejos del coche-, o quedarnos en playa Chica, otra recomendable playa, la última del Mediterráneo y la más urbana de Tarifa. Una ensenada ideal para acceder a la isla de las Palomas, emblema natural y antiguo centro de disputas entre cristianos y musulmanes que hoy se entrega a los oleajes que buscan tocar su famoso faro.

La playa de la Bolonia es una de las más icónicas de la costa de Cádiz
A la vuelta, nada mejor que relajarse en el chiringuito, entre dunas doradas donde las señoras juegan al bingo y los colores de los pareos confirman que el verano en Tarifa se vive diferente. Especialmente, cuando conoces sus patrimonios culturales.
Tarifa: no solo playa
Pensar en Tarifa supone hacerlo la mayoría de las veces en sus vastas playas. Sin embargo, también encontramos hitos históricos que vieron en la Punta de Tarifa un lugar estratégico entre dos masas de agua y dos continentes.
El mejor ejemplo lo encontramos en el castillo de Guzmán el Bueno, ubicado en el centro de la ciudad y antigua fortaleza, asediada en 1294 por los musulmanes que capturaron al hijo del alcaide Alonso Pérez Guzmán, clamando por la plaza a cambio de su vida. El alcaide sacrificó a su hijo y así salvó a la población, un hecho que late entre las murallas de este patrimonio de gran carácter sentimental para los tarifeños.
Otro de los castillos de Tarifa es el de Santa Catalina, cerca de la isla de las Palomas y cuyo nombre deriva de una antigua ermita -hoy desaparecida- dedicada a Santa Catalina de Siena ubicada en el mismo punto. Son patrimonios a descubrir a primera hora de la mañana para evitar las altas temperaturas.

Santa Catalina, uno de los castillos de Tarifa
O mejor, durante un atardecer que invita a descender entre las callejuelas y levantar la mirada hacia una puerta de Jérez que supone la entrada a un casco antiguo de Tarifa. Aquí la vida se abre paso entre casas encaladas, bares festivos donde saborear el rico atún rojo de almadraba y tortillas de camarones, las paredes forradas de maceteros y ese encanto local que vinimos a buscar.
Solo entonces, entendemos que a Tarifa vinimos por sus playas, pero buscamos quedarnos más por los relatos que susurra el sur de Europa, de un Mediterráneo y un Atlántico entre los que se asientan todos los veranos.
Delicatessen
Bar El Francés
La comida tradicional de Tarifa bajo un filtro moderno se disfruta en El Francés, como en otros pocos lugares de la ciudad. Una carta de amor a la gastronomía típica a través de platos como sus albóndigas de atún, su taco de atún con salsa ponzu o el sorbete de albahaca para refrescar los almuerzos que brotan de este oasis en pleno casco antiguo.