La estafa entre el amor y la codicia

El BigButchering no es solo una estafa. Es una máquina perfectamente engrasada de manipulación emocional, codicia, anonimato digital y crimen internacional. Combina dos de los fraudes más devastadores de la última década: las estafas románticas y las de falsas inversiones. Pero lo que la convierte en la madre de todas las estafas casi imposible de rastrear es su uso estratégico de criptomonedas, un método que brinda a los criminales una capa extra de impunidad.

Un agente de la Policía Nacional en un ordenador investigando delitos a través de Internet.

Un agente de la Policía Nacional en un ordenador investigando delitos a través de Internet.

POLICÍA NACIONAL / Europa Press

¿Pero qué es el BigButchering ?

El término “BigButchering” proviene de una metáfora inquietante: engordar al cerdo antes de matarlo. Es decir, los estafadores no buscan una ganancia rápida, sino que construyen una relación con la víctima, la cultivan, la alimentan emocionalmente, la hacen confiar. Solo entonces, cuando creen que el vínculo es irrompible, lanzan el anzuelo financiero.

La estafa empieza casi siempre de la misma manera: una persona recibe un mensaje inesperado en una red social, aplicación de citas o incluso LinkedIn. El remitente es amable, educado, aparentemente profesional. A veces se presenta como alguien exitoso en finanzas o tecnología. Otras veces como un expatriado solitario, buscando conexión en una nueva ciudad. Se muestran disponibles, empáticos y afectuosos. Durante semanas, incluso meses, cultivan esa conexión, sin pedir nada. La víctima siente que está desarrollando una relación auténtica.

Una vez consolidado el vínculo emocional, entra el segundo acto: el consejo financiero. El estafador comparte que ha tenido éxito invirtiendo en criptomonedas, especialmente en plataformas “privadas” o “VIP” a las que solo se accede por invitación. A menudo incluso “muestra” pruebas: pantallazos de supuestas ganancias, retiros, cifras en tiempo real. Luego ofrece enseñarle al ser querido cómo replicar ese éxito.

La víctima, emocionalmente comprometida y confiada, invierte una pequeña cantidad. Y, al principio, todo parece funcionar. Ve cómo su inversión crece. Puede incluso retirar una parte. Eso es lo que termina de sellar la trampa. Con confianza renovada, vuelve a invertir. Más dinero. A veces, todo lo que tiene. A veces, incluso lo que no tiene, endeudándose o vendiendo propiedades.

Entonces ocurre lo inevitable: la plataforma desaparece. El contacto se esfuma. El amor y el dinero se disuelven en el aire digital. Y lo único que queda es una víctima devastada, engañada emocional y financieramente.

Aquí es donde BigButchering se vuelve un caso especialmente complejo para las autoridades: el uso intensivo de criptomonedas como medio de pago y de inversión. A diferencia de transferencias bancarias tradicionales, las criptomonedas ofrecen un alto grado de anonimato y son inherentemente difíciles de rastrear si se usan con suficiente habilidad.

La mayoría de las plataformas utilizadas por los estafadores son falsas o están registradas en jurisdicciones opacas, sin regulación. A menudo, usan técnicas de mezcla de monedas (“mixers”) o intercambios descentralizados (DEX) que disocian las transacciones de sus orígenes. Los estafadores también aprovechan identidades falsas, direcciones IP enmascaradas con VPN y cuentas temporales para comunicarse.

Las víctimas, muchas veces avergonzadas, tardan en denunciar o no denuncian en absoluto. Engordando así, la cifra negra (la que no queda registrada como denuncia) En otros casos, los cuerpos policiales carecen de unidades especializadas o herramientas tecnológicas para seguir el rastro del dinero en la blockchain. Cada día que pasa desde la desaparición del estafador hasta la denuncia representa cientos de oportunidades para ocultar, dividir o mover los fondos a nuevas carteras o países.

Según datos de agencias internacionales como la INTERPOL y la Europol, este tipo de fraude ha explotado en los últimos tres años. En países como Estados Unidos, Reino Unido, España y Australia, los reportes de fraudes que combinan romance e inversión con criptomonedas han aumentado más del 200%. Las pérdidas son multimillonarias y el perfil de las víctimas no responde a un único patrón: hay jóvenes, adultos mayores, profesionales de alto nivel, inmigrantes, incluso personas con formación financiera.

Lo que tienen en común es la vulnerabilidad emocional. En muchos casos, estas estafas afectan a personas solitarias, en momentos de cambio o crisis, buscando una conexión real. La manipulación está tan bien ejecutada que incluso después de descubrir el engaño, algunas víctimas dudan. Han creado una historia interna tan fuerte que prefieren creer que hubo un malentendido o que el “amor” fue real.

En el mundo del fraude digital, BigButchering es probablemente uno de los modelos más perfeccionados.”

¿Qué se puede hacer?

En el mundo del fraude digital, BigButchering es probablemente uno de los modelos más perfeccionados. No se trata solo de robar dinero: se trata de ganarse la confianza de una persona y utilizar esa confianza como palanca para destruirla. En muchos casos, el daño emocional supera al económico.

Para combatirla se necesitan varias acciones simultáneas:

Educación digital masiva: las personas deben aprender a identificar señales de alerta, como promesas de inversión rápidas, evasión de videollamadas o excusas para no conocerse en persona.

Mayor regulación en exchanges: si bien el ecosistema cripto promueve la descentralización, es urgente implementar controles más estrictos en plataformas que permiten movimientos de grandes cantidades de dinero sin verificación de identidad.

Unidades especializadas en criptofraudes: los cuerpos policiales deben evolucionar a la velocidad de los delincuentes. Formar equipos que entiendan la tecnología, la psicología de la víctima y la lógica del crimen es esencial.

Red de apoyo a víctimas: romper el silencio y el estigma es clave. Las víctimas deben tener acceso a ayuda legal, psicológica y financiera para salir adelante. Las victimas están solas y desamparadas en nuestra comunidad y en nuestro país. Nadie les ayuda. Es más, ni siquiera están en la agenda política de ningún partido. Que pena.

El BigButchering es el síntoma de una época en la que la conexión humana es escasa y el dinero parece la vía más rápida hacia la estabilidad. Pero cuando ambos se manipulan al mismo tiempo, el resultado es devastador. Lo que queda no es solo una cuenta vacía, sino una identidad fracturada, una fe traicionada y una cicatriz que ningún blockchain puede rastrear.

Esta estafa no desaparecerá sola. Si no se le combate con inteligencia, empatía y acción coordinada, seguirá creciendo. Y seguirá cobrándose víctimas, una por una, creyendo en el amor… y pagando en cripto.

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