La ficción de González Pons

Diario de València

La ficción de González Pons
Periodista

No son pocos los novelistas cuyas obras he devorado, desde Javier Cercas a Ferran Torrent, que han defendido, con matices, una hipótesis que comparto: la ficción es, en ocasiones, un excelente recurso literario para explicar la realidad. Más cuando se trata de trasladar universos que, como el de la política, suelen estar conformados por complejas escenografías, difíciles de comprender cuando no se está relacionado con las estructuras institucionales o partidistas. Sucede, además, que en el actual ecosistema político español cuesta distinguir lo que es realidad y ficción, si nos atenemos a recientes acontecimientos, con epicentro en Madrid, donde el esperpento, incluso el surrealismo, se han apoderado de una conversación supuestamente democrática gravemente condicionada por la polarización.

Ramón Palomar, Jesús Trelis, Esteban González Pons y Pablo Salazar el pasado jueves en la presentación del libro

Ramón Palomar, Jesús Trelis, Esteban González Pons y Pablo Salazar el pasado jueves en la presentación del libro

Txema Rodríguez (decida por Las Provincias)

Esteban González Pons, político valenciano del PP destinado a la UE y buen escritor, subrayó el pasado jueves que no hay apenas novelistas entre aquellos que ostentan cargos en instituciones o ejecutivos. Tiene razón. Y añadió que “algunos hacen ensayos que no lee nadie” (bueno, esto fue un poco exagerado, al menos conozco a uno que lee ensayo, es mi caso). Lo dijo en la presentación de su nueva novela, Libro de pecados (Espasa), en un acto organizado por Las Provincias, acompañado de tres reputados periodistas valencianos: Pablo Salazar, Jesús Trelis y Ramón Palomar. Pons quiso subrayar que hay políticos quienes obran libros para intentar explicar las causas de la realidad, mientras escasean aquellos, como él, que encuentran en la ficción el modo de dar sentido a esta misma realidad. Y aunque eludió establecer similitudes entre sus personajes y cualquier político o política actual, reconoció lo obvio: es la realidad, y las personas, las que inspiran o motivan la generación de sus novelas. 

València, ciudad que está representada en esta obra, aunque sin citarla por su nombre, es un formidable territorio para la novela, y en los últimos años son varios los autores que han sabido explicarla, incluso predecirla, a través de la ficción. Desde el ya citado Ferran Torrent, a clásicos como Manuel Vicent, u otros autores más recientes como Rafa Lahuerta, Guillermo Colomer, Carles Fenollosa, Adolf Beltrán, Puri Mascarell o Joan Francesc Mira, entre otros, han dirigido su mirada hacia una urbe donde todos los sueños parecen posibles, pero casi siempre acaban en la decepción. González Pons es un político-escritor que asume esta tradición, aderezada con un relato donde la tensión está impregnada de erotismo, aspecto en el que el autor parece sentirse muy cómodo.

González Pons quiso subrayar que hay políticos quienes obran libros para intentar explicar las causas de la realidad, mientras escasean aquellos, como él, que encuentran en la ficción el modo de dar sentido a esta misma realidad”

Aunque instalado en Europa, ahora como portavoz de la delegación del PP en la Eurocámara, González Pons nunca ha abandonado su vocación “valenciana”, así en lo personal, como en lo literario y en lo político. En este último punto es bien conocida su amistad y cercanía con la alcaldesa de Valencia, María José Catalá (presente en el acto), complicidad que incomoda mucho al actual equipo que dirige la Generalitat Valenciana que preside Carlos Mazón. Sucede, además, que a este político le gusta la provocación como elemento de seducción (en el sentido más amplio de la palabra), lo que incentiva que su nombre esté siempre en cuantas conversaciones se hilvanan en València a propósito del futuro del PP valenciano.  A González Pons le gusta también ser un personaje de su propia novela, que es su vida, ya sea despertando grandes pasiones o grandes odios, sentimientos que en ocasiones se pueden llegar a confundir.

Esta es su tercera novela, y anunció en ese acto, con más de 200 personas, una cuarta que ya está preparando. Ramón Palomar le invitó a escribir unas memorias veraces sobre una trayectoria dilatada. No pareció muy satisfecho González Pons con la idea: insistió en que él es un novelista y que para hacer esas posibles memorias debería renunciar a la ficción. Prometió, eso sí, que en su siguiente obra evitaría usar terminología de trazo grueso, como la palabra “coño”, y que buscaría eufemismos menos explícitos. No sería recomendable en un autor que siempre ha encontrado en el exceso, cualidad, por cierto, muy valenciana y mediterránea, una buena manera para, en la literatura y en la política, poder comprender mejor el mundo. 

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