Valencia souvenir

Llevo una semana malhumorado por un hecho que comparto con ustedes a continuación. El pasado viernes 30 de mayo, a eso de las diez y media de la mañana estaba ultimando la compra semanal en el Mercado Central, acompañado de mi fiel carrito Rolser granate. Quienes conocen mis hábitos saben que habitualmente suelo ir los sábados, y mucho más temprano, porque no me gusta ir tropezando con los turistas.

Detalle de una puesto de souvenirs en el Mercado Central de Valencia

Detalle de una puesto de souvenirs en el Mercado Central de Valencia

Paco Alonso

Ahora estoy convaleciente de un problema de menisco y las circunstancias me permiten disponer de tiempo extra que comparto con médicos, fisio y natación. Abreviando, hay quien se quita la depresión tirando de tarjeta de El Corte Inglés, yo me chuto directamente en vena las paradas del mercado más bonito del planeta. Sin ir más lejos, esta semana he ido tres veces.

Hombre, Paco ¿tú por aquí hoy? ¡Sí, y además sin prisas! Observando detenidamente el perfil de las personas que como yo, pululan por las dependencias del mercado. Miren cómo será el flow que desprendo, que he llegado a ceder mi turno para ver qué piden, cómo pagan, si es en efectivo o en metálico, y cómo interactúan con el vendedor. Me siento como ese jubilado que disfruta a pie de obra.

En una de ésas, estando frente a la mítica parada de salazones de Vicent Peris, se aproximaron tres damas extranjeras, de cincuenta y muchos o sesenta y pocos años, seseando la lengua de Cervantes. Juraría que norteamericanas residentes en Miami, de origen cubano o venezolano; con gran cantidad de alhajas, sombrero y gafas de sol dos de ellas; la otra, bastante hombruna, llevaba el pelo corto e iba cargada con una mochila. Sólo les faltaba un Chihuahua al brazo para dar el perfil de “votonta” republicana full equip. La más sofisticada de ellas señaló con el dedo, en cuyo extremo destacaba tremenda uña porcelánica digna de Fernando Roig, a un producto del mostrador. Concretamente, a una pieza de hueva de atún seca.

Vicent trataba de atenderme pero con un gesto de voyeur cómplice decliné en favor de las señoras, que pese a ser turistas y tener todas sus comidas cubiertas en el forfait del crucero, mostraban interés por los productos locales. Peris, liberado de la obligación automática de satisfacer mis necesidades: un tarro de ajoarriero grande y 250 gr. de aceitunas partidas, comenzó a dar detalles del producto. Se trataba de una hueva de atún yellowfin (thunnus albacares). Atún de aleta amarilla que se encuentra en aguas abiertas de mares tropicales y subtropicales de todo el mundo, aunque ausente del Mediterráneo. Mientras cautivaba a la audiencia, quiso mostrar la diferencia que hay con la hueva de atún de almadraba. ¿What? Al-ma-dra-ba. Es una técnica ancestral para la captura del atún que ya empleaban los romanos, aunque el nombre es de origen andalusí y significa: “lugar dónde se golpea o lucha”. Diferentes civilizaciones se han aprovechado de la migración de los atunes del Atlántico al Mediterráneo, tanto de la ida como de la vuelta, instalando un laberinto de redes en el paso de los atunes, que normalmente se sitúa cerca de la costa. Una brillante clase magistral acompañada de la deliciosa cata de productos exclusivos. Degustación a la cual me sumé, como no podía ser de otra manera. Y mientras musitaba en mi fuero interno ¡coño que bueno está esto! Vicent daba por terminada su alocución esperando algún gesto de aprobación, agradecimiento, alguna muestra de interés. No sé… un… póngame 100 gramos envasados al vacío… que rico estaba… que menos… dar las gracias. Pues nada de nada. Aquellas tres brujas giraron la cara y se marcharon sin mediar palabra.

Yo, con la yugular inflamada y raptado por los demonios espeté: ¡Será posible Vicent! ¿Pero estas tres sujetas de qué van?… ¡Mal educadas! ¿Pero, cómo han podido irse sin expresar el más mínimo agradecimiento…?”

Yo, con la yugular inflamada y raptado por los demonios espeté: ¡Será posible Vicent! ¿Pero estas tres sujetas de qué van?… ¡Mal educadas! ¿Pero, cómo han podido irse sin expresar el más mínimo agradecimiento…?

- Estas cosas pasan, Paco. A veces compran… Sobre todo los italianos, que son un poco como nosotros.

- Será cuestión cultural.

- Será.  

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