“La relación es mejor que nunca. Nos lo firman todo y todo son facilidades”, explican desde el grupo de Compromís en el Congreso. “Nos llevamos bien y es fácil trabajar con ellos”, reafirman desde Podemos. Unas manifestaciones que tiempo atrás serían impensables en dos partidos que se distanciaron de forma aparentemente irreconciliable tras las elecciones generales de 2016 en las que fueron bajo un mismo paraguas. Sin embargo, esta legislatura parece que las fricciones entre ambas formaciones -cuya tensión llegó a máximos con la irrupción de Sumar y los comicios autonómicos de 2023 que supusieron el fin de Botànic y la salida de los morados las Corts Valencianes- están atenuándose. A ello, en parte, ha contribuido la dana que ha aunado en su protesta y denuncia a las formaciones a la izquierda del PSPV.
Las cesiones del PP de Mazón a Vox (plasmada esta semana en la negociación presupuestaria), la falta de transparencia del Consell y las criticas a la gestión de la dana han llevado a Compromís, EU y Podem a tejer alianzas. Se han hecho actos conjuntos para defender la llei de l'horta del Botànic (en esa también estuvo presente el PSPV) o para denunciar la política lingüística de la mayoría conservadora que gobierna la Comunidad Valenciana. Todo ello en un clima de cordialidad que es novedoso respecto a años atrás, donde los reproches entre partidos ideológicamente muy próximos era el día a día.
Nuevo escenario
La tensión entre Podemos y Compromís se ha diluido esta legislatura; con EU, los nacionalistas trabajan desde hace ya tiempo
De esta manera, la unidad de acción en el Congreso de las fuerzas a la izquierda del PSPV es bastante evidente, excepto en cuestiones donde los morados tratan de marcar perfil propio respecto al Gobierno de Pedro Sánchez. Compromís es más reticente en sacarle los coloes al Ejecutivo.Por su parte, el diputado de Esquerra Unida, Nahuel González, “es uno más Compromís”, bromean en la formación valencianista. EU y Compromís ya trabajaron juntos y de forma muy satisfactoria en la campaña de las generales de 2023, de la que los morados se borraron al no tener un puesto de salida en las listas por las circunscripciones valencianas. Ahora, en cambio, la relación entre la diputada de Compromís en el Congreso, Àgueda Micó, y la nueva líder territorial de Podem, María Teresa Pérez, es muy buena.
Sin embargo, reconocen todas las fuentes consultadas, ese nuevo escenario de menor tensión no se traduce en ningún avance en clave electoral. Y ello pese a la presión de EU que insiste en la necesidad de buscar alianzas políticas dada la “situación de emergencia democrática” que a su juicio vive la Comunidad Valenciana tras la dana y la gestión del binomio PP-Vox. La cada vez mayor influencia de la derecha extrema en las políticas del gobierno valenciano hace necesario, según EU, que la izquierda deje de ser depredadora y “mire al bien superior” que no es otro que recuperar la Generalitat Valenciana en 2027 o cuando se convoquen las elecciones. En el partido que capitanea Rosa Pérez, como sucede a nivel estatal, siempre han sido los más proclives a aunar esfuerzos.
En Podem también serían partidarios de alianzas con Compromís pero advierten de que no tiene sentido querer un acuerdo para las generales y evitarlo para las autonómicas, como quieren los valencianistas: no aceptaremos la ley de embudo. Cuando se habla de comicios enseguida se ven las diferencias entre las distintas formaciones.
Podem, que ya renovó su ejecutiva tras quedarse fuera de las Corts y sigue teniendo fuerza en la nueva dirección estatal de Ione Belarra, tiene claro que se presentarán a las elecciones autonómicas valencianas cuando se convoque ya sea en solitario o en coalición; “tampoco tenemos nada que perder”, afirman tras quedarse fuera del Parlamento en los últimos comicios. Eso sí, apuntan que ese 3% de voto fiel a sus siglas que se resiste a irse a otra opción puede ser clave a la hora de decantar la balanza en unas elecciones.
Advertencia
Podem avisa que el 3% de su voto fiel puede ser clave para ganar a PP y Vox
En Compromís no están todavía en ese escenario. Ya han asumido que el proyecto de Sumar no es una amenaza (en su momento se temió por el crecimiento territorial de Yolanda Díaz) y creen que las encuestas les sitúan en una situación preferente para liderar el descontento de los votantes progresistas tras la dana. Aunque menos que a Mazón, al PSPV y a las decenas de alcaldes socialistas que padecieron la dana también les puede pasar factura la riada. Además, tras las dudas que hubo a principio de la legislatura, vuelven a confiar en Joan Baldoví, que ha salido reforzado de esta crisis.
Lo cierto es que parece que la izquierda, como viene siendo habitual, no despejará ninguna incógnita hasta que asome un escenario electoral. De hecho, Compromís avanza de forma “lenta” e “intermitente”, tal y como ellos reconocen, en su constitución como federación de partidos. Un hito que se quería haber logrado hace ya tiempo y que se sigue negociando entre las tres formaciones que componen la coalición -Més Compromís, Iniciativa y Verds-Equo- con la idea de darle mayor estabilidad a un espacio que siempre que se acerca una convocatoria en las urnas vive un sinfín de tensiones internas.