El Cabanyal de València, del grito de auxilio de un barrio al éxito inmobiliario

Ciudad

Histórico por su lucha vecinal, la emblemática barriada marinera vive ahora entre la presión turística y la crisis inmobiliaria que ahoga a toda la ciudad

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Una de las calles del Cabanyal con cartel de Se vende 

Pepe Baeza / Propias

A finales de marzo, el concejal de Urbanismo y Vivienda de València, Juan Giner, reconocía que la subasta pública de inmuebles que se estaba preparando en el barrio del Cabanyal de València había suscitado “gran interés”. Había muchas consultas telefónicas, por e-mail y también presenciales en la oficina que gestiona el proceso; y una semana antes de agotar el plazo, todas las viviendas tenían ofertas encima de la mesa. La iniciativa ponía a disposición pública 6 viviendas públicas, para las que se recibieron 120 ofertas. Habrá otras próximamente y, en el conjunto del año, serán 39 los inmuebles que salgan a subasta y que deberán destinarse a uso residencial en este popular barrio tras cerrar una etapa que colocaba en situación de peligro cuanto era y aspiraba a ser. 

El proyecto de prolongación hasta el mar de la avenida Blasco Ibáñez puso en pie de guerra a un vecindario, protagonista del “Salvem el Cabanyal”, que ahora clama por lo difícil que le resulta a sus hijos, a sus nietos, encontrar vivienda en sus mismas calles. Los turistas, principalmente los nórdicos, descubrieron sus plantas bajas de fachadas icónicas, casi a la orilla del Mediterráneo, y la codicia, dicen algunos, y la ley de la oferta y la demanda, explican otros, hicieron el resto. 

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Para Edgar Tamarit, agente inmobiliario de la zona Malvarrosa-Cabanyal, el cambio vino con la celebración de la Copa América y la Fórmula Uno, allá por 2017. “Esta era una zona muy degradada, con muchos problemas, pero empezaron a vender, derogaron el plan del Cabanyal y empezó el boom. Luego lo noté mucho en el 2022, fue una locura”, rememora haciendo un rápido repaso a un tiempo fulgurante en el que el precio de la vivienda ha pasado a ser tema de conversación en toda la ciudad. Tamarit reconoce que “el Cabanyal, la Malvarrosa, pero el primero sobre todo, están súper en auge” y compara su éxito con otro de reconocidas características: “”esto es casi lo que pasó con Ruzafa”, ejemplifica para hablar de ese éxito paulatino, ahora ya consolidado, de un barrio que está en boca de todos. 

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“Esta era una zona muy degradada, con muchos problemas, pero empezaron a vender, derogaron el plan del Cabanyal y empezó el boom”

Edgar Tamarit, agente inmobiliario zona Malvarrosa-Cabanyal

Si se repasa la evolución de su mercado inmobiliario, se observa el fulgurante crecimiento de su éxito. Ya a finales del año 2019, los incipientes estudios de la Cátedra Observatorio de la Vivienda de la UPV mostraban que la media del precio de vivienda de alquiler en la zona de Poblats Marítims representaba un esfuerzo del 19% más alto que el de la cuota de la hipoteca. 

El mercado de obra nueva ya era entonces “bastante acotado”, con pocas unidades disponibles a la venta y en cambio, con mucha oferta en alquiler. Si a finales de 2019 había 90 pisos de alquiler, en el mismo período de 2020 eran unos 195 y en el de 2021, seguía en 193, fruto de la pandemia, pues en ese tiempo la demanda se empezó a recuperar apoyado por la “discreta reactivación” del sector turístico y la “apertura a la nueva normalidad” que había implantado la covid-19 y el movimiento de estudiantes internacionales en busca de alojamiento.

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Actualmente, la oferta de vivienda en venta es muy limitada, y el precio no baja de los 200.000 euros. “Algo para reformar sin ascensor se vende entre 180.000 y 200.000; y reformado con ascensor, por más de ese precio”, comenta el especialista, que esta misma semana vendía un inmueble por 250.000 euros, “y eso que está para reformar íntegramente”. Los precios empiezan a ser prohibitivos: 1.427 euros el precio medio del distrito marítimo por cada alquiler y entre 4.000 y 5.000 euros el metro cuadrado en compraventa de vivienda, que puede convertir un piso estándar de 90 metros en un desembolso de, por lo menos, 360.000 euros. 

“El problema que veo es que no hay oferta porque la gente se ha dedicado a destinar sus viviendas al alquiler turístico, tanto inversores como la gente del barrio que vio negocio”, relata Tamarit. De esa 'visión comercial' que tuvo el barrio también habla Maribel, vecina desde hace más de 50 años y quien percibe “con preocupación” la situación. En su edificio de 20 viviendas, 8 son apartamentos turísticos, un escenario que aventuraba imposible cuando protestaba con sus vecinos por los derribos previstos en el plan anterior. “Entonces sabíamos que la construcción del paseo iba a ser especulación, pero esto...”, dice. Apunta que hay propietarios cuidadosos con sus viviendas en alquiler, pero critica que otros permitan, por ejemplo, que se vomite desde un balcón calle abajo. “La gente está muy enfadada y muy cabreada. No queremos más pisos turísticos. Queremos políticas de bienestar para los barrios”, denuncia. 

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Sobre esa presión turística que denuncia ya hizo gestos el Consistorio, cuando en enero suspendió la concesión de licencias turísticas por el incremento en más de un 220% de las solicitudes. Poblats Marítims es el distrito con más viviendas turísticas de toda la ciudad, según datos del Ayuntamiento, que limitará los pisos turísticos en la ciudad por barrios cuando estos superen el 8% de los empadronados en un barrio. En el Cabanyal se roza el 22%. 

La gente está muy enfadada y muy cabreada. No queremos más pisos turísticos. Queremos políticas de bienestar para los barrios”

Maribel, vecina del Cabanyal-Canyamelar

Esta semana el mismo edil, Giner, reseñaba que el número de licencias de obras concedidas en el barrio registró el año pasado un “notable crecimiento”, con un aumento de más del 27%. Presumía además de que el servicio municipal de Licencias Urbanísticas se ha reforzado para que la rehabilitación de viviendas y la construcción de nuevas casas y edificios se reactive y esto contribuya a la “revitalización económica” de toda la fachada marítima. 

Sobre ella, y sobre su realidad, versará el festival Cabanyal Íntim que entre los días 15 y 18 de mayo, y bajo el lema “El Hábitat”, y que quiere poner de relieve que el barrio marinero “es más que un barrio, es historia viva, comunidad y resistencia, un espacio habitado por quienes lo viven y disfrutan cada día y cuyas calles guardan memoria mientras sus habitantes siguen tejiendo lazos pese a los persistentes intentos de despojarlos de sus hogares”, según su nuevo director artístico, Jacobo Julio.

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