Podrían haber ventilado la noticia con una nota de prensa de las que se mandan los fines de semana, esas que pasan desapercibidas y orillan el ecosistema de las tertulias radiofónicas. Pero se ha anunciado hoy, un miércoles, con presencia de la teniente de alcalde de Urbanismo, Laia Bonet, y de la arquitecta jefe del Ayuntamiento, Maria Buhigas. Ambas se han desplazado a Pi i Margall para informar de que, tan solo un año y medio después de inaugurar la reurbanización integral de la calle, será necesario volver a pavimentarla de punta a punta tras comprobar que el firme elegido, un mosaico de piedras, no aguanta el paso constante de autobuses de TMB y vehículos pesados. Basta con recorrer la vía: el adoquinado está hundido en muchos puntos y, además, la pintura del carril bici casi ha desaparecido. Para corregir el error de cálculo será necesario invertir cerca de un millón de euros.
Las obras empezarán a mediados de julio y se alargarán durante seis semanas, de manera que el curso escolar 2025-2026 debería inaugurarse con el tráfico ya normalizado. Se colocará, en palabras de Bonet, “un firme más seguro y duradero” que sea capaz de soportar el peso de los buses, camiones y furgonetas que operan en la zona. No son pocos los transportistas: más allá del comercio de barrio, a media calle está el mercado de la Estrella, construido en 1957.

Una pareja camina por uno de los pasos de peatones, ya medio borrados, de la calle de Pi i Margall
La teniente de alcalde ha admitido que el deterioro del pavimento “se ha producido de una manera rápida e inusual”. “La evidencia ha demostrado que los materiales usados no han sido compatibles con los usos que se da a la calle”, ha añadido. Al peso de los vehículos, ha argumentado Buhigas, hay que sumarle la pendiente de la calle, un elemento que no ayuda a la robustez de las piedras, que fueron colocadas con mimo una a una. El resultado será una capa uniforme, con un color que con el tiempo será similar al gris claro actual. Un término medio entre el asfalto clásico de cualquier calle y el adoquín propio de las zonas más pacificadas de la ciudad.
El gobierno municipal recuerda que el proyecto se diseñó cuando BComú comandaba la cartera de Urbanismo
Que se haya dado tanto altavoz a un error municipal parece responder más a una estrategia política que a la voluntad, también manifestada, de hacer bien las cosas. Bonet ha recordado que este proyecto de reurbanización se encargó en el mandato anterior, cuando su cartera estaba en manos de Barcelona en Comú: “Si hoy Pi i Margall está en mal estado es porque la señora Sanz (en referencia a la concejala de BComú Janet Sanz) permitió, cuando era responsable de Urbanismo, que se pavimentara con un material que era incompatible con el paso del autobús, una decisión que nos costará un millón de euros y que generará unas obras que de nuevo afectarán a los vecinos”. No hay que olvidar, sin embargo, que la inauguración, por todo lo alto, sí corrió a cargo del alcalde Jaume Collboni en diciembre de 2023.
La evidencia ha demostrado que los materiales usados no son compatibles con los usos que se da a la calle”
Bonet ha detallado que el millón de euros que costará la reparación correrá a cargo de las arcas municipales. Nada se puede reclamar a la empresa privada que ejecutó las obras, puesto que instaló el pavimento que requerían las bases técnicas del concurso público convocado por el Ayuntamiento. El nuevo suelo -un total de 5.621,2 m2- también permitirá que la pintura del carril bici de subida sea más visible. Hoy mismo, a mediodía, no menos de tres furgonetas estaban estacionadas encima del corredor ciclista. Tampoco ayuda que el vial no esté segregado con separadores.

Los baches del pavimento de Pi i Margall
En el número 64 de Pi i Margall despacha Xavier Alonso, propietario de la tienda de ropa Balil. Más allá del deficiente pavimento, aprovecha la ocasión para señalar otras deficiencias de la reforma. Asegura que falta iluminación por las noches y que el hecho de eliminar casi todos los semáforos ha generado problemas de siniestralidad en algunos cruces, como el de Pau Alsina. “Ahí hemos visto ya como mínimo tres accidentes”. Bonet, en cambio, ha asegurado no tener constancia de que haya incrementado la siniestralidad.