Barcelona inició los primeros pasos del siglo XXI con una profunda reconversión económica y social que comportó la deserción definitiva de lo que quedaba de su vieja industria y su sustitución por enormes construcciones, en muchos casos edificios en altura firmados por los denominados arquitectos estrella . Había muchos metros cuadrados por desarrollar para captar empresas y alojar nuevas actividades económicas. El distrito tecnológico del 22@ echaba a andar y el Fòrum de les Cultures prometía remodelar el cuarto trastero que era el Besòs con un gran acontecimiento que generó más críticas que entusiasmo entre los barceloneses.

Imagen virtual de la futura estación de la Sagrera que estará rodeada de un gran parque y que prevé un desarrollo residencial y de terciario en su entorno
La ciudad con luces y sombras mutó y también lo hizo su perfil. A las solitarias torres de la Vila Olímpica se sumaron otros edificios que ya se han convertido en los iconos de la Barcelona moderna.
El gran reto que tiene la ciudad por delante será el de no perder la identidad de sus barrios
A esta fiebre constructora le siguió una crisis y algunas zonas que aspiraban a diversificar la centralidad de Barcelona y que ya estaban proyectadas o en proceso no se llegaron a completar al ritmo deseado. Hablamos de edificaciones que, pese a estar dibujadas o en obras desde hace tiempo, es ahora cuando está próxima su finalización. Este será el futuro urbanístico de Barcelona y estos serán sus símbolos: culminar planes que han de adaptarse al cambio de mentalidad que experimentan las ciudades inmersas en la lucha contra el cambio climático o la emergencia habitacional.
Mar Bella
Un paseo junto al mar

Se trata de infraestructuras, con desarrollo residencial, de equipamientos y, sobre todo, de espacios públicos que ponen de relieve la vocación de la ciudad por descentralizarse y cómo la calle se ha convertido en un elemento determinante en la vida de los barceloneses y, a la vez, en una extensión de sus casas.
Es fácil situar en esta categoría de nuevos símbolos –también como nuevos lugares instagrameables – a la recién estrenada plaza de las Glòries. Un jardín que está siendo conquistado por los barceloneses y cuyos equipamientos –no solo el edificio de viviendas protegidas en altura– serán elementos imprescindibles para el futuro uso que se haga de la zona verde, creando un nuevo centro urbano próximo al Besòs, donde se desarrollan importantes operaciones urbanísticas que tienen como faro a las Tres Xemeneies.
Intermodal La Sagrera
El proyecto conjuga vivienda, oficinas y una estación clave para la movilidad en transporte público

Las Glòries, además de ser un nuevo punto de atracción ciudadana, aspira a ser un polo de equipamientos. Así se pactó con los vecinos en 2007 y en su entorno está previsto ubicar diferentes servicios. Un ejemplo será la rehabilitación de la antigua Fàbrica dels Paraigües, que albergará la escuela Gaià, un espacio juvenil y de entidades culturales. Esta será la guinda de la plaza, los equipamientos con los que poder diversificar los usos de este gran jardín.

Imagen de la futura escuela Gaià
Fàbrica dels Paraigües
Remodelación del antiguo recinto fabril que albergará la escuela Gaià , un centro cívico para jóvenes y entidades culturales

La reforma de este punto neurálgico donde confluyen la Diagonal, la Gran Via y la Meridiana está íntimamente relacionada con la futura estación de La Sagrera, cuyo proyecto, de forma irresponsable, se ha retrasado y sufrido innumerables variaciones. Ahora, poco a poco, los vecinos de Sant Andreu empiezan a ver la luz tras largos años de obras de una infraestructura –acogerá alta velocidad, media distancia, Rodalies y buses– que es vital para mejorar la movilidad y la conectividad de la capital catalana y que permitirá rebajar la masificación que sufre Sants.
La Sagrera es un paso de gigante para coser la cicatriz entre dos barrios
La puesta en funcionamiento de la estación significará un paso de gigante para la zona. La infraestructura creará en su entorno un nodo económico y residencial –muy importante en el contexto de crisis habitacional–, unido por un parque lineal que llegará hasta el nudo de la Trinitat y enlazará casi con Glòries.
Otro de los espacios públicos que será punto de referencia de la Barcelona del ocio es el paseo de la Mar Bella, cuya transformación se ha ajustado para garantizar el futuro de las playas. Es el último punto del litoral que falta por reformar, tras una importante operación urbanística que arrancó con la transformación del Moll de la Fusta en el 1977, continuó con la Vila Olímpica, en 1992, y siguió con el Fòrum, en el 2004.
Estos planes citados están al margen de otros de carácter privado,
como pueden ser la culminación de la Sagrada Família o el nuevo Camp Nou. Indiscutiblemente son dos de los edificios más visitados de la ciudad, los más fotografiados en las redes sociales y que ejercen también una gran presión turística en su entorno que debería controlarse para evitar los perniciosos efectos que genera la turistificación. El gran reto de Barcelona será el de no perder la identidad y organizar sus 101 km2como una ciudad fractal, estructurada a través de sus barrios para que sus ciudadanos dispongan de zonas verdes, equipamientos y viviendas de forma equitativa, sin expulsar a nadie.
La gran hechicera , como denominó a Barcelona el crítico de arte Robert Hughes, encara el segundo cuarto de siglo con deberes pendientes como el de adaptar su economía a un nuevo modelo más allá del turismo, luchar contra el cambio climático y ser una ciudad más igualitaria. En su haber cuenta con grandes proyectos para transformarse.