El 2025 comenzó con un presagio: el 1 de enero, pasadas las ocho de la mañana, un Cybertruck de Tesla, la empresa de Elon Musk, explotó y se incendió frente a la entrada del hotel de Donald Trump en Las Vegas. El atentado terrorista simbolizó entonces la oposición a una oligarquía creada por el matrimonio entre el hombre más rico del mundo y el presidente del país más poderoso. Cinco meses después, ha implosionado.
La guerra abierta entre Musk y Trump tan solo acaba de empezar. En sus cuatro meses al mando del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), el empresario ha tenido un acceso privilegiado al presidente, a su proceso de toma de decisiones, a datos sensibles de la Administración y de los estadounidenses, y a algunos de los secretos mejor guardados del republicano. El jueves, en un intercambio de disparos que comenzó en el despacho oval y siguió en las redes sociales propiedad de los dos magnates –X y Truth Social–, Musk comenzó a desplegar parte de su arsenal.
Trump bajando ayer del Marine One en la base Andrews para subir al Air Force One hacia su residencia y club de golf de Bedminster, Nueva Jersey
La mejor forma de ahorrar dinero público es cancelar contratos federales de Elon”
En su acusación más grave de la veintena de tuits que publicó el consejero delegado de Tesla, acusó a Trump de aparecer en los archivos del abusador de menores Jeffrey Epstein: “Llegó la hora de lanzar la gran bomba: Trump está en los archivos de Epstein. Esa es la verdadera razón por la que no se han hecho públicos”, afirmó.
En su arsenal, Trump tiene una eficaz herramienta para dañar al multimillonario, con la que no tardó en amenazar a través de su plataforma: “La forma más fácil de ahorrar dinero en nuestro presupuesto, que asciende a miles de millones de dólares, es poner fin a las subvenciones y contratos gubernamentales de Elon”, señaló, en una referencia a SpaceX, que desde el 2006 colabora con múltiples proyectos de la NASA y el Pentágono, entre otras agencias.
“El pobre tiene un problema; no voy a hablar con él durante un tiempo”
Los fondos de la NASA fueron cruciales en uno de los primeros desarrollos de la empresa de Musk, el lanzamiento del primer cohete Falcon 9, a partir del cual despegó el programa de exploración espacial de SpaceX. La autoridad de la agencia federal dio a la compañía un sello de calidad que llevó a muchas empresas e inversores a confiar en ella, y con el tiempo se convirtió en el referente de la industria espacial, vendió lanzamientos y transportó satélites a la órbita a un precio inferior al de sus competidores. En las últimas dos décadas, las empresas de Musk han recibido miles de millones de dólares en contratos federales, y en el 2023 se les prometieron otros 3.000 millones en casi 100 contratos diferentes con 17 agencias públicas.
El virulento intercambio que protagonizaron Trump y Musk el jueves no tiene precedentes ni vencedores, pero tampoco una fácil solución dado el orgullo que los caracteriza. Los asesores del presidente trataron de calmar las aguas y programaron una llamada para “hacer las paces”, pero ayer parecía ya descartada.
“Le pedí que se fuera, eliminé las ayudas a los coches eléctricos, ¡y se volvió loco!”
En una serie de entrevistas a lo largo de la mañana, Trump se encargó de confirmarlo: “Ni siquiera estoy pensando en Elon. El pobre tiene un problema. No voy a hablar con él durante un tiempo, supongo, pero le deseo lo mejor”, dijo a la CNN. Preguntado por si pretendía llamarlo, respondió a ABC News: “¿Te refieres al tipo que ha perdido la cabeza? No estoy particularmente interesado”. El presidente también reveló a Fox News que planea vender el Tesla rojo que compró en marzo, cuando ofreció a Musk el escaparate de la Casa Blanca para publicitar sus productos. Ayer, abandonó la residencia presidencial sin responder ninguna pregunta.
Después de publicar una veintena de tuits en los que criticaba al mandatario, Musk parecía a última hora del jueves dispuesto a recular, y ayer estaba abierto a llamar a Trump. Cuando el multimillonario Bill Ackman, aliado de ambos, los interpeló a “hacer las paces en el beneficio de nuestro gran país”, pues “somos mucho más fuertes juntos que divididos”, Musk respondió que “es cierto”.
Llegó la hora de lanzar la gran bomba: Trump está en los archivos de Epstein”
Pero la reconciliación parece improbable después de las líneas traspasadas por los dos antiguos aliados, que trataron de vender un divorcio amistoso y una semana después se han tirado los platos a la cabeza. Musk acusó a Trump de aparecer en los archivos Epstein, apoyó someterlo a un juicio político y reemplazarlo por el vicepresidente J.D. Vance, dijo que ganó las elecciones gracias a él, que su política arancelaria traerá una recesión y sugirió la creación de un tercer partido político para competir contra él.
En paralelo, en la red social de su sparring, Truth Social, Trump dijo que Musk se había “vuelto loco” porque en su proyecto de ley en el Congreso busca eliminar los incentivos a los vehículos eléctricos de los que goza Tesla, lo amenazó con terminar todas las subvenciones y contratos federales de sus empresas y se reafirmó en la defensa de su “gran y hermosa” legislación, la que despertó hace poco más de una semana las primeras críticas públicas de Musk.
“Sus aranceles provocarán una recesión en la segunda mitad de este año”
En el Capitolio, el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, promotor de la rebaja fiscal, llamó a una tregua. “Creo en la redención y todo se arreglará”, dijo, y confirmó que había hablado con Musk: “Hemos estado intercambiando mensajes de texto. Es un amigo. Solo intento que todo el mundo llegue a un acuerdo”.
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En el feudo MAGA, sin embargo, uno de los ideólogos, el ultraconservador Steve Bannon, metía más leña al fuego y exigía directamente la deportación de Musk. “Deberían iniciar una investigación formal sobre su estatus migratorio, porque creo firmemente que es un inmigrante ilegal y debería ser deportado del país inmediatamente”, dijo en una entrevista, en la que confirmó que había aconsejado a Trump dar ese paso.
“Es un ingrato; sin mi ayuda, habría perdido las elecciones presidenciales”
Mientras tanto, demócratas, progresistas, liberales y centristas disfrutaban del último episodio de la poderosa comedia norteamericana. “Parece que las chicas se están peleando, ¿no?”, dijo la congresista Alexandria Ocasio-Cortez, en tono jocoso y con una sonrisa de oreja a oreja.
Aunque en estos momentos la tregua es un escenario improbable, si a algo nos ha acostumbrado esta Administración es a los giros de guion. Trump es capaz de declarar una guerra comercial al mundo y retirarla al cabo de tres días, de elegir como su vicepresidente a un hombre que lo comparó con Adolf Hitler, de abandonar el acuerdo nuclear con Irán por su desconfianza con el régimen y, un mandato después, negociar otro pacto similar, o de pasar de los elogios a las críticas a líderes como Vladímir Putin y Volodímir Zelenski en cuestión de horas.
Los dos se juegan mucho más que el orgullo en esta batalla a fuego abierto. Musk amenaza con desvelar los secretos más preciados de Trump, pero podría perder por el camino contratos valorados en cientos de miles de millones. Trump ha perdido el apoyo público de un hombre que, como se encargó de recordarle el miércoles, fue determinante en su victoria electoral. La ruptura podría pasarle factura en las próximas legislativas de mitad de mandato, en noviembre del 2026.