“Volvería a la Alemania comunista”

Cruciales elecciones en Europa

En el land de Turingia, plaza fuerte de la ultraderecha, hay también nostalgia del mundo que se hundió con el muro

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Germany's left-wing party The Left (Die Linke) supporters celebrate after the first exit polls in the 2025 general election, in Berlin, Germany, February 23, 2025. REUTERS/Christian Mang

Militantes del partido izquierdista Die Linke celebran los resultados en Berlín 

Christian Mang / Reuters

Frente a la estatua de Martín Lutero, que fundó el protestantismo no lejos de aquí, dos matrimonios de sesentones responden con desconfianza al periodista y exigen el anonimato. Cuarenta años de dictadura comunista dejaron huella. “Nos educaron así”, admite una de las mujeres con una sonrisa. El marido se lanza finalmente al análisis: “Todo empezó con el covid, que fracturó a la sociedad. Hubo cosas que nadie entendió. Luego ha continuado con la política migratoria, la energética y otras cuestiones. Eso ha impactado en las elecciones. Pero los partidos volverán a los cambalaches y a dar la espada a los electores”.

El centro histórico de Erfurt, la capital del land de Turingia, cuenta con edificios muy bellos y restaurados. A solo 15 minutos de tranvía, hacia el norte, se llega a los suburbios populares, con bloques de pisos típicos de la era comunista, de dudosa calidad, construidos a base de grandes forjados prefabricados, un estilo conocido como Plattenbau .

“Muchos extranjeros nos han traído criminalidad”, dice un votante de la AfD, que descarta un peligro nazi

Luce el sol y la temperatura es primaveral. Nadine y Thomas (nombres ficticios), madre e hijo, descansan en un banco. Ella, de 65 años, vendedora retirada, expresa una y otra vez que tiene “mucho miedo” , sobre todo si el nuevo gobierno encabezado por el democristiano Friedrich Merz envía soldados y misiles de crucero Taurus a Ucrania. “Merz nos va a meter en la guerra”, insiste. Viele Angst . Mucho miedo. También a la criminalidad (Erfurt es conocida como un centro operativo de la ‘Ndrangheta, la mafia calabresa, en Alemania). “Tengo una nieta de 15 años a quien casi la secuestra un extranjero –agrega-. Es una situación imposible. Siento mucho miedo por mis hijos y por mis nietos”.

La interlocutora utiliza todo el argumentario de Alternativa para Alemania (AfD, extrema derecha), pero sostiene –con poca convicción– que va a votar a un partido animalista.

–¿Preferiría volver a la RDA (la desaparecida Alemania comunista)?

–Sinceramente le diría que sí. No vivíamos en el infierno. Había trabajo para todos, los alquileres y la energía eran baratos. Íbamos de vacaciones a Bulgaria.

–Pero era una dictadura, ¿no?

–Se ha exagerado mucho sobre eso. No había siempre un policía en la espalda. Si uno se comportaba, no tenías problemas.

Peter, de 44 años, operador de mantenimiento de cajeros automáticos, no tiene inconveniente en declarar que acaba de votar a la AfD. “Queremos más seguridad –subraya-. Así no podemos continuar. Muchos extranjeros han traído criminalidad, también aquí en nuestro barrio".

–Que la ultraderecha suba en Alemania rompe un tabú y suscita mucha preocupación en Europa, por obvias razones históricas. ¿Qué opina?

–La situación actual no tiene nada que ver. No pueden hacerse estas comparaciones.

A Rita, de 65 años, exempleada de Correos -en la época comunista– y de Deutsche Telekom después de la caída del muro, le exaspera la lucha partidista incesante en la democracia occidental. “En la RDA estábamos habituados a un solo partido y a mí esta división me pone enferma –se lamenta-. No querría volver atrás, pero le confesaré que casi me sentía más orgullosa de ser alemana en los tiempos de la RDA. En el este de Alemania hay mucha frustración”.

En un desangelado restaurante italiano gestionado por inmigrantes iraquíes, una pareja de jubilados son los únicos comensales. Él, muy amable, tampoco se atreve a dar su nombre.

–Es para un diario de Barcelona. No se preocupe. La Stasi (policía política comunista) ya no existe.

–No, la Stasi no, pero podría ser la NSA (una de las agencias de inteligencia estadounidenses).

Pese a las reticencias, el hombre, de 70 años y que trabajó como electricista, se aviene a comentar la situación. Él ha votado al SPD. “La democracia es difícil, se debe siempre luchar por ella”, reflexiona. Y no le parece raro que en Erfurt y en el este de Alemania en general haya un solapamiento entre la nostalgia por el comunismo y el voto a la extrema derecha. “Los extremos parecen lejos, pero en realidad casi se tocan”, alerta, con un gráfico gesto con los dedos. No cree, pues, que pueda minimizarse la amenaza que representa la AfD: “En noviembre de 1932 Adolf Hitler logró el 33% de votos. Dos meses después era canciller, pronto asumió el poder absoluto y 12 años después dejaba una Europa en ruinas, con decenas de millones de muertos”.

En Turingia, la ultraderecha se instala como primera fuerza, con el 38,6% de votos, más del doble que la CDU

Pocas horas después de estas conversaciones, Turingia se confirma como un bastión de la AfD. Con el escrutinio ya cerrado, la ultraderecha alcanza el 38,6% de votos, más del doble que la CDU (18,6%). La izquierdista Die Linke llega en tercer lugar, con el 15,2%. El SPD cosecha un mísero 8,8%. La AfD, por tanto,  se instala cómodamente como primera fuerza. No es ya un mero fenómeno de protesta.

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