Algunos le tildaron de loco... pero tenía razón. “Jugaremos mejor sin Mbappé”, osó decir Luis Enrique a principios de curso. Una predicción sólo al alcance de los genios, convertida en una realidad palmaria en Múnich, donde el París Saint-Germain se convirtió, por fin, en campeón de la Champions League con una exhibición para el recuerdo -jamás había habido tanta diferencia en el marcador en una final- ante un Inter completamente superado por la situación. El delantero del Madrid se tuvo que conformar con verlo por televisión.
El título culmina la obra maestra de Luis Enrique, convertido en uno de los únicos siete técnicos campeones de Europa con más de un equipo, rubricado el éxito con una final para la leyenda por sus jugadores, integrada la pizarra de su técnico e interiorizadas sus ideas como auténticos soldados.
Doué dirigió la exhibición de un equipo que honró la pizarra de su técnico desde el minuto 1 al 90
No tardó en exceso en dibujarse el escenario de la final. Trasladado a la realidad eso significó que desde la primera jugada el verde del Allianz se inclinó sin disimulo hacia la portería de Sommer, al que le caían cosas por todos los lados, como a la proa del Titanic a punto de arrastrar al resto del barco al fondo del Atlántico. La presión del PSG fue asfixiante desde el inicio, todo un espectáculo. Todos corrían, también Luis Enrique, a lo Von Karajan en la banda, sin parar de dar órdenes, más cómodo que nunca el técnico ejerciendo como indiscutible líder.
El asturiano acabó optando por Doué para completar su delantera, en esa dicotomía con Barcola que lleva semanas apareciendo en cada partido. Una elección que le supuso su primera medallita, porque el joven y talentoso extremo de Angers enseguida se erigió como el mejor estilete de los galos, indetectable para la defensa de un Inter que parecía completamente desarbolado.
Tras su espectacular semifinal ante el Barça, Sommer comenzó también ofreciendo aquella misma seguridad en los primeros disparos del PSG pero tal era el vendaval que tuvo que rendirse apenas superados los diez minutos de final. Se conjuntaron entonces todos los astros tácticos, que elevaron la pizarra de Luis Enrique al Olimpo futbolístico con un gol que firmó el propio técnico con el pseudónimo de Hakimi. El mediocentro (Fabián) entrando al área, el interior (Vitinha) viniendo al apoyo, el extremo derecho (Doué) despistando al rival entrando por la izquierda, y un regalo al otro palo para que Luis Enrique, o sea, Hakimi, inaugurara el marcador a placer. Fue todo un placer visual, una jugada tan plástica como efectiva, capaz de colmar incluso a un técnico tan exigente como el gijonés.
La ventaja no detuvo las hostilidades. El PSG quería más y el Inter, que ni atisbaba a Donnarumma, era incapaz de ponerse el abrigo. El segundo mazazo no tardó en llegar. No entrará en el museo como el primero pero fue de aquellos que también llenan los ojos de cualquier aficionado. Lo que viene ser una contra de manual, iniciada por Kvaratskhelia desde la izquierda, continuada por Dembélé, capaz de detenerse, bajar las revoluciones y ver la llegada de Doué por la banda contraria para que fusilara el balón, que tocó en Di Marco y acabó entregado a la red como Romeo a Julieta.
El Inter estaba grogui y apenas un par de cabezazos desviados en sendos córners le ayudaron a poner la rodilla en el césped para poder encarar el camino a vestuarios sin una herida mayor. Unos instantes antes, Dembélé erraba un remate franco que apuntaba ser el tercero y bajar el telón de la final antes de tiempo.
Pero no tenía nada que hacer el equipo de Inzaghi, al que le tocó lidiar con un rival hambriento, que en ningún momento se sintió con la barriga llena. Doué firmaba el tercero tras otra jugada fantástica, con pase de fantasía de Dembélé incluido. Ya sin rival, Kvaratskhelia recibía el premio a un derroche físico incalificable culminando otro contragolpe para subir el cuarto. Mayulu sumaba el quinto antes del final para entrar definitivamente en la leyenda.
En la banda, Luis Enrique saltaba como un loco y empezaba a atisbar la figura de su querida Xana, a la que dedicó en el cielo el triunfo, su obra maestra.
Ficha técnica
5 - PSG: Donnarumma; Hakimi, Marquinhos, Pacho, Nuno Mendes (Lucas Hrenández, m.78); Joao Neves (Zaire-Emerey, m.84), Vitinha, Fabián Ruiz (Mayulu, m.84); Doué (Barcola, m.66), Dembelé, Kvaratskhelia (Gonzalo RAmos, m.84).
0 - Inter de Milán: Sommer; Pavard (Bisseck, m.54) (Darmian, m.62), Acerbi, Bastoni; Dumfries, Barella, Calhanoglu (Asllani, m.70), Mkhitaryan (Carlos Augusto, m.62), Dimarco (Zalewski, m.54); Thuram, Lautaro Martínez.
Goles: 1-0, m.12: Hakimi; 2-0, m.20: Doue; 3-0, m.63: Doue; 4-0, m.73: Kvaratskhelia; 5-0, m.87: Mayulu.
Árbitro: Istvan Kovacs (Rumanía). Mostró tarjeta amarilla a Doue (m.65) y Hakimi (m.90) por parte del PSG; y a Zalewski (m.56), Inzaghi (entrenador, m.58), Thuram (m.69) y Acerbi (m.71) por parte del Inter de Milán.
Incidencias: Final de la Liga de Campeones disputada en el Estadio Allianz Arena de Múnich ante unos 75.000 espectadores.