El rap transgresor de Villano Antillano aparece en un secret show de Primavera Sound

El festival del Fòrum

La artista puertorriqueña actúa media hora por sorpresa con sus rimas de defensa trans 

Villano Antillano, la tarde de este viernes en el Primavera Sound

Villano Antillano, la tarde de este viernes en el Primavera Sound 

ÀLEX GARCIA

”¿¿Perdón? ¿Villano antillano? ¡Pero qué es esto! ¿Tú lo sabías?”

La sorpresa de una pareja que, poco después de las siete de la tarde, accede al Primavera Sound. Han comprado una entrada para la jornada de este viernes en la reventa oficial del festival. Son de Barcelona, una minoría en el recinto.

Y no, la otra mitad de la pareja tampoco sabía que Villano Antillano actuaba en el Primavera Sound.

Es uno de los secret shows con que la organización sorprende a los asistentes este viernes. Una auténtica bomba musical (y política) desde que, en 2022, grabó con Bizarrap y se convirtió en la primera artista trans en escalar hasta el Top 50 global de Spotify. Y hasta el quinto lugar en el ranking hispano de Billboard.

La afluencia es amazónica a esta hora, decenas de personas por segundo. Muchos no reparan en el Secret Show que ha preparado Primavera Sound, junto a la entrada, en un container que la marca Adidas describe como The sound of the originals.

Quizás 200 o 300 personas se quedan tras la caja de metal, llegan y arrancan, otros permanecen. El reclamo desde las profundidades del festival es demasiado poderoso, todo el mundo tiene prisa por entrar; pocos metros más adelante está el folk de la banda de Alabama Waxahatchee, es perfectamente audible fuera del ámbito sonoro de Villano. Pero muchos se quedan, muchos reconocen a la estrella puertorriqueña del rap, que ahora canta sobre la tapa, algo inestable, del container abierto de chapa.

Sus rimas son pegadizas, fáciles. La tapa, la chapa.

Treinta minutos y una decena de temas, todo proclamas, todo mensaje, todo lucha LGTBI. Es una de las consignas del festival, con varias oficinas que velan por los derechos de cualquiera que se sienta en esas siglas.

Villano Antillano es de rima fácil, enlaza la araña, la extraña, la maña. La chica robótica, sicótica, estrambótica, diabólica. Celine Dion, champion, papa Jones. Yo voy poco a poco, y tu te tiraste como un loco. Astucia, rubia, boquisucia.

Entre tema y tema, su verborrea también rima: “Siempre ha habido mariconas que hacemos cosas bien cabronas”. También pide más volumen, pero el espacio al aire libre es así de volátil. En la mesa de sonido, un aviso: el sonido no sobrepasará los 98 decibelios. El aire de la tarde se los lleva.

Villano Antillano canta, o rapea, en castellano e inglés, 30 minutos clavados. Aquí la puntualidad es calvinista, purista, futurista.

Al final, baja del container y es una más entre el público. Las fans se arremolinan a su alrededor, se hacen selfies, felices. Una de ellas busca un bolígrafo. Solo La Vanguardia tiene uno (seguramente en varios kilómetros a la redonda). Ese Pilot llega a la mano de Villano (y no es una rima), la fan se abre la camisa, se aparta el sujetador y el muy villano, solícito, le escribe una dedicatoria en un pecho. La fan no está para selfies, pero quince móviles la enfocan: “¡Ni se os ocurra subirlo, eh!”. No dice nada de contarlo. Devuelve el Pilot.

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