¿Obra maestra o un engaño? Bi Gan sacude Cannes con una hipnótica carta de amor al cine

'Resurrection'

El realizador chino ha dividido a la crítica con un asombroso ejercicio de poderío visual 

Fotograma de 'Resurrection'

Fotograma de 'Resurrection'

Bi Gan entró en la sección oficial a concurso del festival de Cannes a última hora con Resurrection, una película de casi tres horas que algunos ya tildaban de obra maestra antes de su estreno. El director del certamen, Thierry Frémaux, justificó su tardía incorporación porque, por un lado, el cineasta chino había acabado hacía nada su película y porque al ser una producción china, el gobierno debía dar su aprobación para que pudiera participara por estos lares.

Con solo 35 años, el director se ha labrado una reputación casi de visionario con una carrera que incluye hasta la fecha cuatro cortometrajes y tres filmes que plasman un estilo visual y sensorial muy personal. Entró en escena en el 2015 con su primer largo Kaili Blues, aclamado universalmente por su estética cautivadora. Y con Largo viaje hacia la noche (2018) sorprendió al personal con un plano secuencia de 59 minutos en 3D durante su proyección en la sección Una cierta mirada

Bi Gan rodeado de los actores

Bi Gan rodeado de los actores Jackson Yee y Shu Qi

Pero con Resurrection ha ido más allá, dividiendo a la crítica especializada con un ejercicio tan asombroso y apabullante como increíblemente denso en su narración que invita al espectador a un viaje onírico que es a la vez una reflexión de la creación del cine hasta ahora como del último siglo de China. Todo ello en el marco de una nueva exploración del espacio entre lo real y lo imaginario que tanto obsesiona a Bi Gan. “Confusa”, “pretenciosa”, “hipnótica”, “seductora”, ”sofisticada”, o “el peor filme” de Cannes son algunas de las reacciones que ha causado el visionado de una cinta ambiciosa estructurada en cinco capítulos cuya premisa gira alrededor de una humanidad que ha perdido la capacidad de soñar. Los sueños convierten las fantasías en monstruos porque aferrarse a las ilusiones hace que la realidad sea demasiado dolorosa. Una mujer fascinada busca al fantasma que se esconde en el pasado olvidado para traerlo al futuro.

La cinta, estructurada en cinco capítulos, habla de una humanidad que ha perdido la capacidad de soñar

El filme comienza como un espectacular homenaje al cine mudo donde la cámara captura momentos de gran belleza y se llena de guiños a títulos como El gabinete del doctor Caligari, para luego irrumpir con el paso al sonido en escenas que evocan el juego de espejos de La dama de Shanghai. Los actores Yee Jackson y Shu Qi son los protagonistas de la película, en la que recrean un romance obsesivo entre el monstruo y una mujer enviada para matarlo. Se van reencarnando en cada capítulo sin que realmente haya una aparente conexión entre ellos, ya que se funden en diversos relatos que van desde el thriller a una distópica historia de vampiros. 

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La idea de Bi Gan era aportar “una especie de apaciguamiento y de confort”, que es algo que todos necesitamos. ”Si el mundo no hubiera evolucionado como lo ha hecho y no estuviera en la situación crítica en la que está, yo hubiera continuado haciendo filmes más personales”, ha manifestado en rueda de prensa. Muy parco en sus intervenciones, el realizador dijo que es “mi trabajo” al ser preguntado por qué quiso llevar a los espectadores a un universo de sueños para hablar de la realidad. “Para mí los sueños son mi mundo, es una cuestión muy simple, no tengo tiempo, siempre estoy trabajando mucho, no tengo tiempo para viajar alrededor del mundo y ver cómo es el mundo, así que simplemente mi trabajo es proporcionar películas a la gente”.

Bi Gan en la rueda de prensa

Bi Gan en la rueda de prensa

AFP

Jackson Yee no se planteó “qué había en común en estos cinco personajes, intenté separarlos y buscar lo único y singular que había en cada uno de ellos”. ”Hasta ayer no supe hacia donde iba cada uno de mis personajes o de las historias, porque Bi Gan nos daba continuamente elementos nuevos y nos cambiaba las indicaciones, así que no sabía cuál iba a ser el resultado”, explicó. De la misma manera se manifestó Shu Qi, que alabó la capacidad del director para que el espectador “construya su propia interpretación del filme”. Y agregó: “sería una pena llevar a la audiencia hacia una u otra dirección”. 

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Una de las secuencias más exquisitas refleja al protagonista adoptando la forma de Quasimodo y en su joroba alberga una caja de marionetas de madera grabadas en stop-motion y un puñado de flores. El diseño de producción es maravilloso, al igual que la arriesgada y radical dirección de Bi Gan, dotado de un talento excepcional tras la cámara y que debería alzarse con galardón en este apartado. El final es todo un canto a las salas de cine. Evocador, poético, mágico. Lástima que por el camino la abigarrada historia quede un tanto confusa ante un despliegue infinito de virguería visual.

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