Las antiguas sepulturas de mujeres enterradas junto a armas no son habituales. Y por eso cada vez que se descubre una despierta una gran fascinación entre los arqueólogos. La última se ha encontrado en Hungría y se ha convertido en el primer sepelio conocido de este tipo en la cuenca de los Cárpatos en el siglo X.
Los restos identificados como SH-63, excavados entre 1983 y 1985, fueron encontrados en el cementerio de Sárrétudvari–Hízóföld, que es el más grande de esa época en la región y contiene una gran cantidad de enterramientos con armas y equipo para montar a caballo. El camposanto estaba en uso durante el período de la conquista húngara de los Cárpatos, en el que muchos arqueros montados lucharon batallas por toda Europa oriental.
La tumba de SH-63
La tumba de SH-63 era única por la composición de su ajuar funerario, explican los investigadores en un artículo publicado en la revista PLOS ONE. El cuerpo fue hallado junto con un anillo de plata para el pelo, tres botones de campana, una tira de cuentas de piedra y vidrio, una punta de flecha “perforante”, partes de hierro de un carcaj y una placa de asta para arco.
“Los entierros masculinos a menudo contenían elementos funcionales, como joyas simples (anillos para el cabello y pulseras), accesorios para la ropa (hebillas de cinturón) y herramientas (kits para encender fuego y cuchillos). Sus ajuares funerarios más distintivos incluían armas, generalmente equipo de tiro con arco, pero hemos encontrado dos tumbas con sables y otra con un hacha”, dice el doctor Balázs Tihanyi, que ha dirigido el estudio.
El esqueleto de la mujer se encontraba en mal estado de conservación
”También se encontraron equipos para montar a caballo y, en algunos casos, huesos de caballo (del cráneo y extremidades). En cambio, los entierros de mujeres contenían con mayor frecuencia joyas (anillos para el pelo, adornos de trenzas, collares de cuentas, pulseras y anillos para los dedos) y accesorios para la ropa (botones de campana y adornos de metal). Las herramientas, como cuchillos y punzones, aparecían con menos frecuencia·, añade.
Lo sorprendente es que los ajuares funerarios del entierro de SH-63 contenían una mezcla de ambas características. En comparación con otras tumbas del cementerio, su inventario era relativamente simple, pero el simple hecho de encontrar esa mezcla de armas y joyas llamó la atención de los expertos.
Parte del ajuar funerario descubierto en la sepultura
Aún así, nadie se quiso sacar conclusiones precipitadas. Faltaba lo más importante: realizar análisis tanto morfológicos como genéticos para determinar si el individuo era un hombre o una mujer. A pesar de la mala conservación del esqueleto, el cráneo y otros marcadores genéticos indicaron que la enterrada era una femina.
Esto la convirtió en la primera mujer enterrada con armas en la cuenca de los Cárpatos durante el siglo X. “La mala conservación dificultó nuestra capacidad para realizar incluso análisis antropológicos básicos, como la estimación su edad al morir y su estatura”, apunta Tihanyi.
Osteoporosis y traumatismos
“También limitó nuestra capacidad para identificar condiciones patológicas (infecciones, traumas o trastornos metabólicos) o cambios esqueléticos relacionados con su actividad diaria, lo que podría proporcionar información sobre el estilo de vida que llevó esa persona”, como por ejemplo si era una guerrera, admite.
A pesar de estos desafíos, los investigadores sí pudieron determinar signos de osteoporosis, tres traumatismos importantes y cambios en la morfología de las articulaciones. La osteoporosis es una enfermedad ósea que afecta tanto a hombres como a mujeres, aunque es más común en mujeres mayores.
El cráneo y parte de la dentadura de la guerrera
Los tres traumatismos importantes identificados en los huesos de las extremidades superiores probablemente fueron el resultado de una caída sobre un brazo extendido o sobre el hombro. Estas lesiones nunca se curaron por completo y podrían haber sido causadas en un sinfín de posibles accidentes durante su vida diaria.
Un factor, sin embargo, sí señalaba que esta mujer pudo tener una vida activa. Se observaron varios cambios en las articulaciones y en los tejidos etéreos (donde se unen los huesos y los músculos). Estas modificaciones se observaron más prominentemente en el lado superior derecho del cuerpo, y se han encontrado cambios similares en otras tumbas de guerreros que contienen armas y/o equipo para montar a caballo.
Un alto número de traumas físicos
Los arqueólogos indican que esto sugiere que estos individuos, incluido SH-63, probablemente realizaban actividades diarias similares, lo que, a su vez, puede explicar el alto número de traumas físicos observados en todos los restos encontrados en el cementerio de Sárrétudvari-Hízóföld.
El simple hecho de encontrar armas dentro de un entierro de una mujer no implica automáticamente que fuera una guerrera. Muchos aspectos de las vidas de esta particular clase social y legal, incluida la religión y la economía, quedan ocultos en la arqueología.
“Hay que ampliar las investigaciones, incluidos los análisis comparativos con otras tumbas del cementerio que pueden ayudar a aclarar estas preguntas. Lo que podemos decir es que la vida cotidiana entre los húngaros en el siglo X probablemente era mucho más compleja de lo que imaginábamos anteriormente. La combinación única de características en el entierro de SH-63 resalta esta complejidad”, conclue Tihanyi.
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